Carmen Herrera Nolorve vive y trabaja en Burdeos, Francia.
Es Doctora en Artes plásticas de la Universidad Bordeaux Montaigne y Co-Presidenta de la Asociación Connectif Plateforme Créative en la misma ciudad. Recientemente, forma parte del equipo sección extranjera de la asociación MAV Perú.
Su práctica artística gira en torno al tema de la identidad que nace a partir de sus propias experiencias, llevándola a cuestionarse sobre la mirada del otro y la construcción de la propia persona.
Herrera Nolorve construye nuevas identidades femeninas deconstruyéndose : « En tanto que modelo, dice ella, yo deconstruyo mi rostro y mi cuerpo para construir otras personas », un retrato que interrogue a los espectadores sobre cuál es su verdadera identidad.
Carmen, ha expuesto de manera individual y colectiva en Perú, Colombia, Francia, España, Brasil, Noruega y Bulgaria.
Sus obras pertenecen a numerosas colecciones privadas y públicas en Europa y en el extranjero.
También han sido reproducidas en diversas portadas de libros, catálogos y revistas.
Silencio para florecer (NAT Residencia de Arte - El Instante de la Creación - 07/2022)
Estática, con un escalofrío que recorría todo mi cuerpo y sin palabras fue mi encuentro con las primeras pinturas rupestres. Allí, reinaba la magia de las formas y colores que estimulan a la creación y también el silencio para la observación, pero, ¿Cuál es mi silencio ?
Primero, intenté representarlo en un formato de dos dimensiones utilizando pigmentos y carbón con la ayuda de mis dedos. Sin embargo, registrar mi silencio no solo era hacer lo que sabía, era comenzar a escuchar mi entorno y la comunicación que hay en la naturaleza. El viento / el río / el mar / la lluvia / la tierra / … / Todo tiene un sonido que solo hace una breve pausa cuando lo interrumpimos.
Mis ganas de tener este silencio hicieron que cada día registrara en audio mi encuentro con la naturaleza. Era un momento mágico para oírla, sentirla, comprenderla y sobre todo disfrutar de ella.
Así, el silencio, además de respeto, fue el inicio de mi conexión con la naturaleza y con mi proceso de creación. Pero, no fue fácil porque al cerrar los ojos solo venía a mi mente el caos, mi caos, el cual no sabía o no quería y ni podía aceptarlo en los primeros días. Pero, conforme pasaba más tiempo en ella, poco a poco se iba transformando en calma y es en ese instante que surgían las ideas.
Pude admitir que estaba feliz porque encontré un momento para mí. Sentirme en medio de la natura me hizo regresar a mi infancia y disfrutar de los olores y sonidos como una niña en libertad sin tener que pensar en mis responsabilidades. Decidí esconderme y dejar jugar a la niña, quien dio nombres a cada personaje que iba apareciendo mientras dibujaba con el carbón los ojos de los árboles.
Con esta felicidad, la pequeña tuvo la necesidad de crear flores para la adulta. Sin saber muy bien porque, estas flores coloridas y luminosas comenzaron a nacer.
Mientras más tiempo tomaba para conectarme conmigo misma más fui oyendo mi cuerpo y sobre todo mi corazón, al cual hace mucho tiempo que ya no lo escuchaba. Y es solo en este silencio que hoy puedo ver y mostrar estas costras y heridas que estaban ocultas hacia los demás. Hoy comprendo aquella necesidad de estar junto al árbol lleno de ranuras y huellas del tiempo en el momento de la creación. Ya que es en él en quien me veo reflejada, aquel que escuchó mis confesiones.
La necesidad de florecer me han dado el valor de ser honesta conmigo misma y de perdonarme. La lluvia y las lágrimas ayudaron a liberar esta presión acumulada en mi corazón dejándolo sin peso.
Ahora soy flor que nace desde el silencio y me doy permiso para crecer.
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