Estela Avelina Rosso Hagemann, (1.950) Artista gráfico de Elisa, provincia de Santa Fe, República Argentina.
Ejerció la docencia desde el año 1974 hasta el año 2012 en el Instituto Privado Juan B. Alberdi de la localidad de Elisa, Santa Fe.
Realizó estudios terciarios en la Escuela Profesor Juan Mantovani de la ciudad de Santa Fe, donde se gradúa de Técnico Superior en Artes Visuales con la especialidad de Grabado.
Realizó cursos con Maestros del grabado como Pablo Delfini, Alejandra Dorch, Esteban Grimi, Andrea Juan, Natalia Giacchetta, Iván Lecaros Correa Cecilia Guaragna, entre otros.
Participa de convocatorias, muestras individuales y colectivas, salones regionales, provinciales, nacionales e internacionales: Italia, Rumania, Egipto, Macedonia, Ucrania, España, Francia, Rusia, Estonia y Colombia, siendo distinguida con premios y menciones en la disciplina citada. Participó en más de sesenta muestras individuales y colectivas. En la actualidad da clases de grabado y otras disciplinas en su taller particular “La Casa Azul”, en la localidad donde reside, en instituciones educativas y talleres donde es convocada.
Visitas Especiales (Huellas - 06/2021)
Hacía mucho calor ese día, el sol pegaba muy fuerte en las tempranas horas de la tarde, me dirijo al quincho, había mucho silencio. Grande fue mi sorpresa al ver un hermoso colibrí posado en un antiguo calentador de bronce. Abrí el ventanal y las puertas para que pueda salir, pero en vano mis intentos, ya que no tenía la menor intención de hacerlo. Yo no podía salir de mi asombro ante la actitud del bello pájaro, y, con prisa, busqué mi celular para sacarle fotografías, lo que pude hacer con toda tranquilidad, ya que volaba a dos puntos equidistantes, uno de ellos situado cerca de una gran obra circular de mi autoría. Me situé mi cerca de él, casi al alcance de mis manos, y lo que más me desconcertó fue que no realizaba el característico aleteo de los colibríes, solo se movía de un lado a otro luego de permanecer unos minutos en cada uno. Así permaneció un tiempo considerable, hasta que miró hacia la puerta y levantó su retirada.
Dos días habían pasado, cuando encontré un colibrí en el piso de la galería del quincho, lo tomé en mis manos, y, en una pequeña tapita le hice tomar agua, lo solté, se posó en el hombro de mi esposo donde quedó varios minutos y, como en el caso anterior tampoco realizaba el movimiento de alas. Lo sentí frágil e indefenso, y tenía miedo de hacerle mal. Lo ubiqué en una planta de naranja chino para que emprendiera su camino, lo que hizo en pocos minutos.
Estos episodios me conmovieron intensamente, en ambos casos, no era habitual el comportamiento de estos picaflores, las imágenes pasaban por mi mente una y otra vez. Recordé que días pasados, había hecho un pedido especial a un Ángel de ojos azules que tengo en el cielo, un sueño, algo que me permita sentirme cerca y recordarlo con beneplácito. La emoción embargó mi corazón, sentí el contacto espiritual de su mensaje, y el sosiego inundó mi alma.
Desde entonces todas las mañanas, mientras desayuno, miro el jardín tras los cristales del ventanal, esperando al colibrí que se pose en la bignonia florecida.
Collagraph intervenido con acrílico 60 x 70 cms.
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