Siempre estuvieron ahí…  (Huellas - 06/2021)

Transcurrían los primeros días del confinamiento total, aquel que aquí llamamos encierro y que en el mundo se conoció como “lockdown”.

De pronto no pudimos salir más, nos vimos sujetos a un sinnúmero de restricciones y las cuarentenas pasaron a ser parte de nuestras vidas acompañadas de instrucciones como “quédate en casa”, “cuídate para cuidar de los tuyos”, “guarda tu distancia”, “lava tus manos”, “conserva una distancia mínima de 2 metros”, “stay safe and healthy” entre otras y que fueron modificando nuestras rutinas.

En mi caso, tuve la oportunidad de trasladar un pequeño taller de grabado para el balcón de mi casa. Era marzo del 2020 y a hoy ninguno de los grabados que quise hacer se hizo. Sentí que el lenguaje que debía usar para manifestar lo que me pasaba a nivel personal, de salud y a las nuevas condiciones y rutinas no podía ser el grabado, debía ser algo que me permitiera lograr una mayor inmediatez, fue así como realicé una serie de dibujos muy expresivos con la idea de hacer un libro arte, el cual tampoco a hoy se ha realizado. Ha sido solo una idea, como tantas mas.

Vivo con mi esposa y mis dos hijas en un conjunto residencial de apartamentos, nos mudamos hace diez años. Uno de los motivos que nos trajo aquí y nos cautivó, fue el magnífico verde y la cantidad de árboles que nos rodeaban. No se escuchaba el ruido de un solo coche, ni nada parecido, era tranquilo todo hasta que lo urbanizaron, ya los árboles eran menos, el verde menos y las aves poco se veían y poco se escuchaba sus cantos.

Con el confinamiento total ocurrió algo inesperado, no volvimos a escuchar el rugir de los motores, pero en cambio si volvieron las aves, las ardillas y demás fauna que estuvimos otrora acostumbrados a apreciar.

Pero, siempre estuvieron ahí, los árboles y las aves, los riachuelos y las flores, las ramas y las piedras, quizás en menor medida pero ahí estaban.

“Siempre estuvieron ahí” es de momento el nombre para un proyecto con el que pretendo llamar la atención de lo bello de la naturaleza que nos rodea y de lo que no somos conscientes hasta que algo nos llama la atención sobre ello.

Algún día caminaba para el taller y pasé caminando por sobre unas flores de Guayacán ya caídas en el piso, ello significaba que llevaba tres días caminando por el mismo sendero y nunca vi el árbol florecido con sus bellas flores lilas sobre un cielo azul.

Quiero documentar cosas que siempre estuvieron ahí, cantos que siempre se escucharon ahí, riachuelos que siempre corrieron por el mismo sitio y cuya presencia dimos por obvia.

Pienso en registros fotográficos, slides, y algo de sonido. Quiero llamar la atención de aquello que siempre estuvo ahí y que de alguna manera hoy más que nunca necesita ser cuidado mediante la toma de conciencia individual y colectiva.